Un inesperado ‘baby boom’ de estrellas en la Vía Láctea (El Mundo, 13 Mayo 2019)
Un inesperado ‘baby boom’ de estrellas en la Vía Láctea
Científicos de Barcelona descubren que buena parte de los astros de la galaxia nacieron en una época en la que quedaba poco gas. El choque con otra galaxia pudo haber reactivado su formación
Data: 13 Mayo 2017
Mitjà: El Mundo
Enllaç a la notícia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2019/05/13/5cd7140bfc6c83be238b477e.html
La historia de una estrella es una historia convulsa. Como la de las galaxias en las que viven. Y gracias a una nave espacial que está estudiando más de mil millones de astros los científicos están escribiendo capítulos de la historia de la Vía Láctea que desconocían y llevándose algunas sorpresas.
Analizando los datos de la sonda Gaia, de la Agencia Espacial Europea (ESA), un equipo del Instituto de Ciencias del Cosmos de la Universidad de Barcelona y del Observatorio de Besançon ha descubierto que buena parte de las estrellas de nuestra galaxia nacieron en un periodo relativamente corto, que se prolongó durante unos 4.000 millones de años y tuvo su pico de actividad hace entre 3.000 y 2.000 millones de años.
Un auténtico baby boom estelar que se produjo en un momento sorprendente porque, como cuenta en conversación telefónica el primer autor del estudio, Roger Mor, a esa edad lo que esperaban es que el gas a partir del cual se forman los astros en nuestra galaxia se hubiera ido consumiendo y hubiesen nacido por tanto menos estrellas.
Pero empecemos por el principio. Como repasa Mor, recientemente Amina Helmi, astrofísica de la Universidad de Groninga, descubrió -también a partir de datos de la nave Gaia-, que hace entre 11.000 y 14.000 millones de años, una galaxia se fusionó con la Vía Láctea generando el grueso de sus estrellas.
El tiempo fue transcurriendo y, de la misma forma que la llama de un hornillo a gas se va apagando a medida que la bombona se va vaciando, el ritmo de nacimiento de estrellas en nuestra galaxia tendría que haber ido disminuyendo de forma paulatina y suave conforme el gas que impulsa su formación también decrecía. “Sin embargo, comparando simulaciones de la galaxia con las observaciones del satélite Gaia hemos visto que hace entre 7.000 y 5.000 millones de años la actividad de formación estelar se reactiva, hasta alcanzar su pico de actividad hace 3.000 millones de años”, relata Mor.
“Fue una reactivación muy fuerte que no podemos explicar por algo ocurrido en nuestra propia galaxia, como podrían haber sido diversas explosiones de supernovas, que pueden llegar a provocar brotes de formación estelar, pero no tan grandes como éste”, explica.
Así que, tal y como proponen en su artículo, publicado en la revista Astronomy&Astrophysics y recogido en Nature Research Highlights, un factor externo fue el que probablemente desencadenó esa explosión demográfica.
‘Un cambio de bombona’
“Nosotros proponemos que la colisión con otra galaxia pudo ser la causante. Según nuestra hipótesis, esa galaxia tenía que ser rica en gas, y fue ese gas que aportó el que, además de comprimir el que ya tenía la Vía Láctea, generó estrellas nuevas. Fue como cambiar una bombona”, compara Mor, que para realizar su investigación utilizó datos de tres millones de estrellas.
Por lo que respecta a la tasa actual de nacimientos de astros en la Vía Láctea, parece que atravesamos un periodo de invierno demográfico. “Estamos en un ritmo de creación de estrellas muy lento, de entre una y dos masas solares al año, que quiere decir que cada año sólo consumimos dos masas solares en generar estrellas. Y eso es poca actividad”, argumenta. A modo de comparación, “ese ritmo de formación estelar en el pasado fue unas 10 veces mayor que el actual”.
La sonda europea Gaia fue lanzada en diciembre de 2013 y su misión ha sido prorrogada hasta finales de 2020, un año más de lo previsto, aunque podría seguir operativa hasta 2024. Más de 400 científicos de distintos países analizan la información que recopila.
Los datos que recaba sobre las distancias a las que están las estrellas, dice Mor, les permiten “conocer su brillo, y con ello, obtener muchísima información sobre la física de las estrellas y trazar toda la historia de la Vía Láctea, desde el inicio hasta el momento, y encontrar interacciones con otras galaxias. Por ejemplo, usando datos de Gaia, hace poco se ha descubierto que los remanentes de estrellas, las llamadas enanas blancas, acaban solidificándose lentamente”, repasa Mor.
“Además, nos da los movimientos de las estrellas con una precisión sin precedentes”. Tanto, que los científicos de la misión suelen hacer esta comparación: si la sonda espacial estuviera situada en la Tierra, sería capaz de medir el diámetro de una moneda que estuviera en la Luna.